miércoles, 25 de enero de 2012


La importancia de los límites para la maduración personal
Prof. Juan Marcelo Pardo
7 de mayo de 2003
La falta de capacidad de los mayores para poner límites a los jóvenes es sin dudas uno de los grandes problemas de nuestros tiempo. Todos hablan de la necesidad de poner límites a los adolescentes, pero nadie se siente encargado de hacerlo: la tarea siempre le corresponde a otro. Los profesores dicen de sus alumnos : «Si en la casa no les ponen límites, ¿qué podemos hacer nosotros?» Los padres responden: «La escuela está en crisis, nuestro hijo "se desata" allí. La culpa no es nuestra.» Jaime Barylko ha dado una explicación de este desentendimiento de los mayores: “El siglo XX ha sido el siglo de la permisividad, un tiempo en el cual los padres que habían experimentado el exceso de autoridad, creyeron que lo mejor que podía pasarles a sus hijos era la permisividad. Esta permisividad estuvo también sostenida por ciertas teorías psicológicas.” [1] El establecimiento de límites es importante ya que éstos ayudan a formar la identidad personal de los jóvenes. Tenemos que reencontrar el sentido de educar en los límites. Y a ello tal vez nos ayude el recordar por qué los límites hacen bien y son educativos, y en qué sentido contribuyen a lograr la madurez psicológica.
Se ha afirmado que “el límite es el valor identificador de cada persona, es su nombre. [2]
Algo está bien definido cuando sabemos lo que es y lo que no es. Una persona tiene una identidad definida cuando sabe quién es y quién no es, cuando sabe lo que piensa, siente y quiere. Pero al mismo tiempo, sabiendo esto sabe lo que no piensa, lo que no siente y lo que no quiere, lo que no puede y lo que no debe. Sabe quién es, qué lo diferencia de los otros, y no se confunde. Esto le da conciencia de su identidad. Esto le da unidad y le permite reconocerse y moverse adecuadamente en su ámbito.
Para ver con mayor claridad por qué los límites le dan identidad a la persona, nos detendremos a analizar sus dos funciones, a las que llamaremos negativa y positiva respectivamente. La negativa es aquella por la cual los límites nos recortan algo, como si nos quitaran cosas o nos empobrecieran, privándonos de lo que no es nuestro. Podemos decir, en referencia a esta función, que los límites restringen el deseo, distinguiendo la realidad de la fantasía. Por su parte, la función positiva es la que constituye, la que dice lo que se es, la que establece quiénes somos ante los otros.
Ambas funciones de los límites, actuando simultáneamente, nos dan la identidad, nos definen como personas y nos ubican en la realidad, porque nos permiten saber quiénes somos y quiénes no. Descubrimos quiénes somos, con toda la riqueza y la pobreza que acompaña a ese descubrimiento. Pobreza, si nos creíamos más de lo que éramos. Riqueza, si nos damos cuenta que somos totalmente originales, únicos e irrepetibles, que no podemos confundirnos con los otros.
En sus relaciones sociales actuales y futuras, los niños tienen que reconocer y valorar su propia identidad y la de los demás. El amor sólo es posible entre personas con su propia identidad. Sin identidad no hay amor sino sometimiento y posesión.
“El ser humano logra bienestar si, en sus relaciones consigo mismo y con los demás, se mantiene en esos límites, moviéndose con libertad en ellos. En cambio, si despliega una búsqueda de sí o de los otros, creando objetivos y expectativas fuera de esos límites personales, se siente mal. En tal caso, sus capacidades y aptitudes de ser intentan sobrepasar su realidad. Entonces, vive una fantasía; o bien sufre la angustia y frustración de no alcanzarse a sí, ni comprender a los otros. [3]
Tenemos que perder el miedo a limitar a los niños. Limitar no es aniquilar. Limitar es dar vida, si lo hacemos adecuadamente. El gran peligro reside en ver en los límites sólo su aspecto negativo-empobrecedor: lo que nos quitan y nos prohíben.
Los límites son educativos por lo siguiente: la realidad nos limita. Mal que nos pese, no somos omnipotentes. Y es bueno ir vislumbrando esto desde chicos. La realidad no es tan manipulable como los niños o los adolescentes pretenden desde su pensamiento mágico y egocéntrico. La vida muchas veces nos dice no y, si no sabemos aceptarlo, viviremos resentidos.
Por ello, la educación tiene que llevar a la persona a comprender y aceptar que no todo saldrá siempre según su deseo, que no siempre logrará lo que se propone. Esto se denomina tolerancia a la frustración y es un rasgo fundamental de la personalidad madura. Quien no lo adquiere será un caprichoso consentido, aunque tenga 40 o 65 años.
“Entonces, cuando papá dice «basta» o «no hay más», o «esperá un ratito» o «hasta acá», de algún modo está funcionando como un representante de lo real para ese hijo; le está adelantando situaciones que tendrá que experimentar, lo está ayudando a ubicarse. [4]
Los límites son educativos porque ayudan al joven a salir de su narcisismo y a prepararse para amar. “Miremos cuando la madre le pone una condición («te dejo ver los dibujitos si ordenás la pieza») o plantea una renuncia o un sacrificio por amor («no pidas este juguete porque papá anda con poca plata a pesar de todo lo que trabaja»): esto hace que el hijo o la hija deje su narcisismo (el quererse a sí mismo/a por sobre todo lo demás) y vaya aprendiendo el verdadero amor vincular desde sus primeras relaciones afectivas. [5] Reconocer el deseo del otro es uno de los rasgos más importantes de madurez.
Los límites son educativos porque ayudan a la persona a desarrollar la aceptación de la ley y el respeto a la autoridad legítima. “No puede haber socialización ni verdadero sentido de la justicia si no se renuncia al principio del propio placer y al interés egocéntrico. [6]
El deseo del propio placer tiene sus propias leyes. Su consigna es: ¡Quiero todo ya! Los límites ponen fin a esta fantasía de omnipotencia e ilimitación. Así, los límites nos ubican en la puerta de la satisfacción más profunda de la persona, su realización en la dimensión relacional, su realización en el amor.
Si el niño o el adolescente permanecen en un estado de ilimitación, de satisfacción espontánea de sus continuas demandas, nunca llegarán a la madurez humana. Como se ha señalado: […] cometeríamos un grave error educativo si persistiéramos en una concepción anacrónica, como también si desaprensivamente echáramos ahora todo por la ventana, y proclamáramos la pura y absoluta espontaneidad, abandono al hombre, al niño, al adolescente, a sus deseos. No hay educación sin una adecuada dosis de frustración. Porque toda educación supone la reducción del deseo y de la fantasía de omnipotencia. [7]
Que no quede ninguna duda: el establecimiento de límites es esencial a la hora de educar.




Este artículo me parece muy interesante y lo quería compartir con vosotros .
Lara .

TODOS A LA MANIFESTACIÓN, UNIDOS POR LA EDUCACIÓN

Desde el Ampa os recordamos la convocatoria del cole para la manifestación de mañana jueves 26 a las 18:30h. en la plaza San Agustín.

Defenderemos el derecho a los servicios públicos, y entre ellos esta nuestro cole, el cole de todos.
Nos reuniremos en la calle Xátiva, nº3, a la altura de las Añadas de España, a las 18:00, para ir todos juntos. (Pincha aquí mapa)
Tenéis que venir; está en nuestra mano defender lo que de verdad importa, los derechos de nuestros hijos y su futuro, el de Escuela2 y la enseñanza pública en general.
¡¡Que la enseñanza siga siendo un derecho, no un privilegio!!

martes, 24 de enero de 2012

CAMINA2 A LA MURTA DE ALZIRA.


Nos vamos a La Murta de Alzira, el domingo 29 de enero.

Hay dos posibilidades, quedar en el cole a las 9:30 de la mañana o ir directamente al aparcamiento del Monasterio de la Murta, desde donde saldrá la marcha (39.133056, -0.373160).

En el valle de La Murta hay muchos senderos de distintas dificultades.

En principio, los bebés y los niños más pequeños, se quedaran en los alrededores del Monasterio, donde jugaremos, investigaremos el entorno, cogeremos bichitos y comeremos. Los niños más mayores y todos los que quieran, harán una ruta un poco mas difícil. Pero a volver a comer al Monasterio todos juntos. ¿¿¿eh???

Necesitamos apuntarnos como indica el tríptico, porque hay que avisar del número de visitantes en el paraje.

Traed preparados juegos tradicionales, y haremos una olimpiada de juegos. (el pañuelo, moros y cristianos, el gato y el ratón, etc.)

Para comer intentaremos seguir siendo eco-sostenibles y saludables. Intentaremos no traer plásticos ni envases. Y que la comida sea caserita y ¡¡¡rica, rica!!!

Y traed muchas ganas de jugar, compartir y pasarlo bien.
Podéis descargar el tríptico de aquí
Podéis descargar el cartel de aquí

¡¡ ARRIEROS SOMOS Y EN EL CAMINA2 NOS ENCONTRAREMOS!!!

jueves, 12 de enero de 2012

de la presion social en la crianza: dos citas de John Bowlby (formulador de la Teoria del Apego)

"...Con demasiada frecuencia oimos a personas bienintencionadas afirmar que un determinado niño se comporta muy bien con ellas y que su conducta es puerilmente regresiva y difícil con su madre debido a que ésta le trata de un modo absurdo: generalmente el reproche que se le hace a la madre es que consiente demasiado a su hijo. Tales críticas están a menudo fuera de lugar y con frecuencia son manifestaciones más de la ignorancia que esas personas tienen sobre cómo son los niños, que de la incompetencia de los padres. Inevitablemente, la presencia de la madre o del padre produce sentimientos primitivos y turbulentos no despertados por otras personas. Esto es incluso cierto en el mundo de las aves. Los pinzones jóvenes, que son ya suficientemente capaces de alimentarse por sí solos, a veces comienzan a solicitar alimento de un modo infantil cuando ven a sus padres"


"...Yo creo que una de las grandes ilusiones de la civilización occidental es la de que el castigo es eficaz como medio de control: Para niños mayores y adultos tiene sus aplicaciones como método auxiliar de otros sistemas, pero en los primeros años de vida creo que está fuera de lugar tanto por ser innecesario como porque puede crear males mayores, en cuanto a ansiedad y odio, de los que pretende corregir.
Afortunadamente, con bebés y niños pequeños resulta fácil practicar una intervención apaciguadora; en caso de apuros podemos coger en brazos al niño y llevárnoslo. El precio que ello exige es nuestra presencia constante, precio que estoy convencido les conviene pagar a los padres. En cualquier caso, es errónea la noción de que a los niños pequeños se les puede inculcar disciplina, haciéndoles obedecer normas, de modo que se porten bien incluso en nuestra ausencia, los niños pequeños aprenden rápìdamente lo que nos gusta y nos desagrada pero carecen del aparato psíquico necesario para cumplir siempre nuestros deseos cuando estamos ausentes. A menos que se aterrorize a un niño hasta sumirle en la inercia, el empeño en inculcar disciplina a niños pequeños está condenado a fracaso y a quienes lo intenten, al agotamiento y frustración."

Bowlby J. "Vinculos afectivos. Formación, desarrollo y pérdida". Ediciones Morata. Madrid: 1986

jueves, 5 de enero de 2012

PALABRAS QUE CURAN


       ¡Hola! 

        Me llamo Marisa y soy la mamá de un pequeño Duende llamado Daniel. 

        El año pasado leí un libro estupendo titulado “Padres brillantes, maestros fascinantes”. En uno de sus capítulos, dice que los padres brillantes son fuertes en sus convicciones, pero flexibles para admitir sus fragilidades. Dice también que “dialogar” con nuestros hijos es contar experiencias, es hablar de lo que está oculto en el corazón… Anima a los padres a tener el valor de dialogar con sus hijos sobre sus miedos, pérdidas, frustraciones… 

        La historia que sigue cuenta uno de esos momentos. Se trata de la conversación que mantuve con Daniel acerca de una “gran desilusión” de mi infancia.

          - ¿Sabes, Daniel? De pequeña, yo quería ser bailarina. Cuando alguien me preguntaba “¿Tu qué quieres ser de mayor?, yo respondía siempre ¡Yo quiero ser bailarina!

      Un día – yo debía tener unos 8 años – la tía Carmen, – la hermana mayor del yayo Pepe – me hizo la famosa pregunta: “Y tu ¿qué quieres ser de mayor?”. Yo le respondí con una amplia sonrisa: “¡Yo quiero ser bailarina!”. Mi tía giró la cabeza para ocuparse de lo que estaba haciendo y me dijo, con una voz, que a mí me pareció muy fría: “¿Una bailarina con gafas?”

     Me quedé paralizada. Me imaginé a mí misma con un precioso traje blanco de bailarina… y con mis gruesas gafas de miope. Me sentí fatal… Mi tía tenía razón. ¡Aquello no era posible!. La pregunta de mi tía se quedó en el aire, pero en mi interior yo ya la había contestado. Ese día abandoné para siempre mi sueño de ser bailarina.

      Aquel día dejé de creer en mi sueño. Ahora soy profesora, y me encanta mi trabajo, ¡de veras que me encanta! Pero ¿sabes qué, Daniel? Cuando pienso en aquella conversación aún me pongo triste y se me encoge un poquito el corazón.

       Mi hijo Daniel me había escuchado sin pestañear. Tras un breve silencio me miró y me dijo: 
        -  Mami, ¡menos mal que no te hiciste bailarina! 
        - ¿Por qué, hijo? –le respondí-. 
         - Porque ¡a las bailarinas les sangran los pies!
     (Una amiga nuestra, profesora de baile, nos contó una vez que las bailarinas de ballet clásico debían hacer mucho esfuerzo para ponerse de puntillas, y eso les ocasiona a veces en los pies heridas que sangran. A mi hijo y a mí nos impresionó mucho saberlo) 
        -  ¡Es verdad, hijo! – le respondí, sorprendida- ¡Nunca lo había pensado!

      Mi hijo me estaba diciendo que mirara las cosas de forma positiva ¡De buena me había librado! Me estaba diciendo, a su manera, que toda había sido para bien. Me encantó oírlo. Aún estaba yo meditando sobre sus palabras cuando escuché de nuevo su voz cálida y alegre:  
      -Pero ¿sabes qué, mamá? –sus ojos se iluminaron- ¡A MI ME ENCANTAN LAS BAILARINAS CON GAFAS!

Me emocioné… de pura y simple felicidad. Lo abracé, le di un millón de besos… Sólo podía decirle “¡Gracias, gracias, gracias…”! 

Allí estaba mi hijo de 6 años, poniendo su mejor voluntad y esfuerzo en curar el corazón herido de su mamá, que al recordar el pasado, se había vuelto niña. Allí estaba él, pequeño pero muy sabio, eligiendo las palabras perfectas para consolar y animar a su madre.

Sus palabras me curaron el corazón aquel día y lo inundaron de ALEGRÍA y de CONFIANZA.

Alguien dijo una vez que los niños eran nuestros maestros. Tenía razón.


Este artículo, que nace directamente desde el corazón inaugura este blog del AMPA. ¿Por qué? Pues porque queremos que sea precisamente eso, un ESPACIO CON CORAZÓN. Os animamos a que escribáis vuestros comentarios, a que expreséis vuestras dudas, vuestras ideas y vuestros sueños.

Ojalá este espacio nos ayude a crecer, a mejorar, a construir… a sentirnos parte de este hermoso proyecto que es Escuela 2. A todos ¡BIENVENIDOS! Y MIL GRACIAS POR ESTAR AHÍ.